Pasión por el vino. Calidad cuidada al máximo. Expresión suprema de la excelencia. En PAGO DE CARRAOVEJAS se vive con intensidad cada día. En el corazón de la Ribera del Duero cada instante es importante. Cada detalle es esencial para obtener el mejor resultado -cada año- en un vino que se ha convertido en un ejemplo de precisión y de cariño. Dos componentes imprescindibles para que -bien armonizados- nos conduzcan a una de nuestras grandes bodegas. En PAGO DE CARRAOVEJAS nada se deja a la improvisación. La naturaleza marca el paso. El vino se manifiesta en su máximo esplendor. Orígenes propios. Raíces excepcionales en una bodega con una personalidad única.

 

EN LA TIERRA DEL VINO

Llegar a PAGO DE CARRAOVEJAS es llegar a la esencia de una tierra de vinos. Paz. Sosiego. Tranquilidad. Dedicación plena a la calidad del mejor vino en un entorno grandioso, premiado por la brillantez. Ellos mismos nos sitúan. «Muy cerca de Peñafiel, en las suaves pendientes del valle que forma el arroyo Botijas, existe un lugar privilegiado para el cultivo de la uva. Situado sobre una ladera perpendicular al río Duero que atraviesa la localidad de Este a Oeste, el terreno es suavemente ondulado, llano en el centro del valle; escarpado y abrupto conforme ascendemos hasta llegar a los 900 metros de altitud sobre el nivel del mar». Y es que en PAGO DE CARRAOVEJAS todo está medido. Todo tiene una razón de ser. «Un inmejorable entorno, un viñedo cuidado exhaustivamente, una minuciosa elaboración. Y una justa y equilibrada crianza perfilan unos vinos con un singular sello de identidad».

 

 

UNA HISTORIA CON ALMA Y CORAZÓN

La historia de PAGO CARRAOVEJAS tiene una fecha muy especial en su historia. Es 1982. Aquel año José María Ruiz Benito inicia una de las grandes ilusiones de su vida. Seguramente el comienzo de todo. En Segovia nace el RESTAURANTE JOSE MARÍA. Un proyecto que arranca con el deseo de «poner en marcha su propio espacio, junto con sus propios cochinillos y su propio vino. Transformando el concepto de los vinos que se servían en los mesones castellanos. Eliminando la tradicional jarra para dar lugar al vino embotellado, cuidando al máximo la temperatura y el servicio adecuado de los vinos». Por eso, entre sus grandes ilusiones estaba la posibilidad de impulsar una Bodega en la Ribera de Duero. Quería poder ofrecer su propio vino para acompañar al cochinillo que es el gran plato estrella en el espacio gastronómico de Segovia. Quería una propuesta diferente, de calidad, sugerente y que armonizara a la perfección con la cocina que elaboraba. Por ello, es en 1987 cuando José María junto a un grupo de apasionados por el vino inician el gran proyecto. Es entonces cuando el lugar elegido son las laderas de Carraovejas, en la localidad valliselotana de Peñafiel. La decisión llega arropada por tres motivos: «El primero de ellos, por ser el gran centro histórico de los vinos de la Ribera del Duero y por ser la zona con más futuro de los vinos de España. El segundo, por su proximidad geográfica a Segovia. Y el tercero -quizás el más importante- es porque las laderas de Carraovejas eran recordadas por los mayores del pueblo como el mejor maduradero de la comarca. Sin duda la situación, el terreno y el clima tenían mucho que ver».  En 2008, Pedro Ruiz Aragoneses -hijo de José María–  vuelve a la empresa familiar para hacerse cargo de la Dirección General de PAGO DE CARRAOVEJAS. «La evolución de PAGO DE CARRAOVEJAS en los últimos diez años -bajo la dirección de Pedro Ruiz- muestra su potencial de liderazgo y sentido estratégico». Una certificación de lo dicho son las decenas de reconocimientos y premios nacionales e internacionales que han recibido en estos años de existencia.

 

 

TRADICIÓN Y VANGUARDIA

Para hablar de la primera cosecha de PAGO DE CARRAOVEJAS hay que situarse en 1991. Desde entonces, la producción ha ido creciendo amparada por el criterio de no perder ni un ápice de calidad. Una bodega donde «se unen tradición y vanguardia, con las más modernas tecnologías y un profundo respeto por los procesos naturales, buscando siempre la mejora continua a través de la inversión en diferentes proyectos de investigación, desarrollo e innovación». Y es que como nos explican en PAGO DE CARRAOVEJAS nace «de la ilusión que supone un gran sueño. Finca y bodega, tradición e innovación, fruta y madera, son la esencia del equilibrio que la mantiene en continua evolución». Siempre con un excelente equipo humano «forjado en la confianza que, desde el compromiso y la exigencia, defiende su carácter emprendedor». El conjunto de instalaciones que forman la Bodega «supera los 26.000 m2 de extensión. Estas instalaciones, están en constante renovación con el principal objetivo de mejora y para mantenernos en la evolución y vanguardia que marca nuestro tiempo, han sido diseñadas y construidas para respetar al máximo los procesos de elaboración natural por gravedad y las características originales de la materia prima».  El viñedo de PAGO DE CARRAOVEJAS es un lugar premiado por unas características a las que sí se les añaden «los componentes de calidad y vanguardia que optimizan las favorables condiciones que a todos los niveles puede ofrecer esta zona, nos sitúan ante la excelencia máxima».

 

 

LA CALIDAD DEL MEJOR TRABAJO

En PAGO DE CARRAOVEJAS se trabaja con tres variedades de uva en la elaboración de los vinos. «Tinto Fino, Cabernet Sauvignon y Merlot, que han sido especialmente seleccionadas desde un principio por sus características. Cada una de ellas requiere de un minucioso trabajo desarrollado manualmente y adaptado a las exigencias que cada una determina para conseguir siempre su óptima maduración y su adecuada sanidad». En PAGO DE CARRAOVEJAS se utilizan tres sistemas diferentes de cultivo: «Doble Cordón Royat, Vaso vertical y Viticultura en terrazas, con el fin de buscar el máximo equilibrio en la exposición de la planta así como en las labores desarrolladas para conseguir una adecuada disposición de los racimos». Sin duda «la fecha de vendimia es una de las decisiones más importantes que se toma en la bodega y viene determinada por una serie de factores muy complejos como son parámetros climáticos, evolución del ciclo de la vid y amplios análisis de uva». En la Bodega se lleva a cabo un especial sistema de fermentación particularmente innovador, diseñado por el enólogo Basilio Izquierdo en Rioja. «Un sistema adaptado a estas instalaciones en la Ribera del Duero. Este novedoso sistema se basa en el uso de un puente grúa y un pequeño depósito llamado OVI, que llenándose por gravedad, es elevado hasta la misma boca de entrada del depósito de destino». La crianza en PAGO DE CARRAOVEJAS impone que la madera de las barricas sea, junto con la uva, la otra gran preocupación de la Bodega. «La selección de las más de 3000 barricas se hace tras muchas pruebas y controles. Las barricas se disponen en un solo nivel para facilitar los trabajos de relleno y análisis de las mismas con el objeto de vigilar sus perfectas condiciones sanitarias. Los vinos pasan por barricas nuevas y seminuevas de roble francés y americano con una vida máxima de tres años». En este sentido, «la crianza abarca desde los doce hasta los veinticuatro meses, dependiendo del tipo de vino. Anualmente salen al mercado nacional e internacional 850.000 botellas, dependiendo de las características de cada añada». Además PAGO DE CARRAOVEJAS dispone de un programa de visitas. «El objetivo no sólo es dar a conocer la finca y las instalaciones, sino que los visitantes vivan durante unas horas el día a día de la bodega y participen del cuidado pormenorizado de cada uno de los procesos que intervienen en la elaboración de los vinos». Y desde luego, no nos olvidamos de AMBIVIUM, un espacio de alta gastronomía donde el vino y la cocina conviven con precisión y sabor. De este lugar único hablamos de la experiencia vivida en otro de nuestros reportajes en Ceviche de Sandía. En definitiva, PAGO DE CARRAOVEJAS se ha convertido en una Bodega ejemplar. Esencia, calidad, tradición, vanguardia. Siempre de la mano buscando la excelencia.

 

 

EL PROYECTO DE UN VERDEJO

Al proyecto de PAGO DE CARRAOVEJAS hay que sumar también la propuesta de OSSIAN VIDES Y VINOS. «Un proyecto donde el verdejo, en su máxima expresión, es el gran protagonista de un argumento que se escribe desde la tierra para la historia. La unión de la tradición con viñedos únicos prefiloxéricos de más de cien años; la innovación de la mano de una bodega como PAGO DE CARRAOVEJAS; una apuesta firme por la búsqueda de la máxima calidad; una elaboración de carácter ecológico y una fermentación espontánea para respetar el carácter varietal, son las principales señas de identidad del proyecto OSSIAN VIDES Y VINOS». Nos tenemos que remontar a 2005 para conocer los orígenes del proyecto «cuando se pensó en la elaboración de un blanco de guarda diferenciado, tratando de recuperar y no perder la esencia de la variedad». El viñedo ideal se encontró en Nieva en la provincia de Segovia. Nace con el deseo de convertirse en un vino singular. «Por ello, OSSIAN se orienta para ser la primera bodega de la zona certificada como ecológica. El resultado ha sido un vino tan diferente que se elabora al margen de la D.O. Rueda».  Ya en 2013 la familia Ruiz Aragoneses, propietaria de PAGO DE CARRAOVEJAS entra en el proyecto de OSSIAN VIDES Y VINOS culminando la operación en 2016 con la compra de la totalidad de la bodega aportando su experiencia y conocimientos enológicos. Para OSSIAN existe el convencimiento de que para elaborar un gran vino es imprescindible partir de la mejor materia prima. Unos principios que dan sentido a todo el proyecto. Y también a sus maravillosos resultados.

 

Fotografía cedida por PAGO DE CARRAOVEJAS

www.pagodecarraovejas.com

www.ossianvinos.com

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